Dinamarca, otro país nórdico que abandona la neutralidad

Dinamarca, país miembro de la OTAN, eliminó la cláusula de exclusión voluntaria que la mantenía al margen de la política de defensa común de la Unión Europea (UE). Junto a Finlandia y Suecia, representan un importante potencial militar, con el cual la Alianza cerraría el mar Báltico y debilitaría considerablemente la posición rusa en el noreste de Europa. De ahí que esta situación supone un duro revés geoestratégico para el Kremlin y evidencia que el cálculo realizado por Vladimir Putin, tras la invasión a Ucrania el 24 de febrero de este año, subestimó que dichos países pusieran fin a su largo periodo de neutralidad y se unieran, ante la amenaza a la estabilidad y seguridad europea. 
 
Cabe recordar que como consecuencia de la intervención rusa, el 6 de marzo, el gobierno danés presidido por la primera ministra Mette Frederiksen, convocó para el primero de junio pasado un referendo sobre la excepción a la política comunitaria en defensa de la UE. El resultado del referendo se saldó a favor de eliminar la cláusula de exclusión voluntaria en asuntos de defensa, vigente desde 1992 con el Acuerdo de Edimburgo, por una amplia mayoría del 66.9% de los 4.3 millones que votaron. 

A la par con la convocatoria, se hizo público un acuerdo del gobierno danés con el fin de dar cumplimiento a las exigencias de la Alianza Atlántica para sus países miembros, en el sentido de destinar el 2% del producto interno bruto al sector defensa, antes del año 2033. Todo esto se enmarca dentro de un nuevo contexto de seguridad para Dinamarca, dado que a partir de la aprobación del referendo ya no se excluye de las decisiones que tengan implicaciones con la Política Común de Defensa y Seguridad, uno de los principales componentes de la política exterior y de seguridad común del bloque europeo. 

Ello significa que Dinamarca no se limitará solo a las acciones colectivas relacionadas con sanciones de tipo económico, entre otras, sino que también tendrá una participación activa en los despliegues militares que se requieran. Es decir, así como lo hacen los 29 restantes Estados miembros de la OTAN, actualmente en misiones desplegadas en Europa, África y Asia, bajo un mando centralizado. 

Por consiguiente, es un hecho que la agresión de Rusia a Ucrania está imprimiendo una nueva dinámica en los países de la UE y, sobre todo, los nórdicos en cuestión, llevándolos a replantear sus estrategias de seguridad y defensa, impulsados por la necesidad del entorno geopolítico que los rodea. Aún más, también estamos viendo a Suiza, un país que no pertenece a la UE y se ha caracterizado por su inmarcesible neutralidad, imponiendo fuertes sanciones al gobierno ruso.

En consecuencia, las recientes formalizaciones de las solicitudes de ingreso a la OTAN por parte de Finlandia y Suecia, sumadas a la eliminación de la cláusula de exclusión danesa en materia de defensa, constituyen una clara señal de su compromiso a la seguridad común. Al mismo tiempo, son el producto del vuelco de la opinión pública y la dirigencia política, frente a décadas de neutralidad, a raíz del sinigual y brutal ataque de Rusia hacia un país libre como es Ucrania. 

Para el efecto, cobran vigencia las palabras de la primera ministra Frederiksen: “cuando la libertad llama a la puerta de Europa y hay guerra nuevamente en nuestro continente, no puedes ser neutral. Apoyamos a Ucrania y al pueblo ucraniano".  



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