Elecciones: mentiras, populismo y manipulación
Durante la contienda electoral que probablemente no termina hoy, con la primera vuelta, existe una realidad inobjetable: para algunos candidatos, a la hora de pronunciar un discurso convincente, lo que importa no es precisamente decir la verdad. Esta realidad no se escapa a quienes han seguido de cerca las propuestas, discursos, entrevistas y debates de los aspirantes presidenciales. ¿Por qué sucede esto? Al remontarnos a los griegos, podemos encontrar una respuesta plausible en el poder soberano que posee la palabra, cuyo descubrimiento llegó de la mano con la democracia. La fuerza de la palabra es tan poderosa, que tiene la capacidad de transmitir expectativas esperanzadoras, exacerbar las pasiones e infundir miedo o mitigar el dolor, al mismo tiempo que puede suscitar sentimientos de alegría y compasión. Es decir, la palabra ejerce un efecto similar al que producen los analgésicos que alivian los sufrimientos físicos. Por consiguiente, para candidatos como Petro y Hernández qu...