La continuación del deshielo cubano

 

Prosiguiendo con las medidas adoptadas para reversar las decisiones de su antecesor, el gobierno de Joe Biden, con su anuncio del jueves pasado por parte de la vocera de la Casa Blanca, Jen Psaky, se ha propuesto cambiar la política de Estados Unidos respecto a Cuba. Esta iniciativa se fundamenta en que su política hacia la Habana se orientará por dos principios: uno, el apoyo a la democracia y los derechos humanos, como puntos focales de la administración Biden; y dos, “que los estadounidenses, especialmente los cubano-estadounidenses, son los mejores embajadores de la libertad en Cuba”. En consonancia con estos principios, se darán a la tarea de revisar las políticas instauradas en el cuatrienio de Donald Trump.

Al respecto, es necesario recordar que en diciembre de 2014 el presidente Barack Obama, anunció su decisión de restablecer las relaciones bilaterales con Cuba. Tras este pronunciamiento se inició el proceso de normalización de las relaciones entre los dos países, rotas oficialmente desde el 30 de diciembre de 1960, debido al sistema político totalitario establecido en la isla (1-ENE-1959), la política económica de expropiaciones y nacionalizaciones y, la alianza del gobierno de Fidel Castro con la Unión Soviética.

No obstante, después de la derrota de Hillary Clinton en las elecciones de 2016, el nuevo presidente de Estados Unidos, trajo consigo el congelamiento del proceso de normalización. De hecho, a mediados  de junio de 2017, Donald Trump tomó la decisión de reevaluar las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, al considerar que los cambios de la política estadounidense anterior fueron demasiado lejos para beneficiar al gobierno y sus Fuerzas Armadas, más que al pueblo cubano, objeto de continuos abusos a los derechos humanos. El congelamiento fue acompañado con más de 200 sanciones y finalizando su mandato, en enero pasado, la inclusión de Cuba como país patrocinador del terrorismo junto a Corea del Norte, Irán y Siria, revirtiendo así la apertura de Obama a la isla.

Por lo tanto, desde ya se plantea que retomar la política de acercamiento de Obama, no será fácil para la administración Biden, ni mucho menos rápido. Además no se puede pasar por alto que el conflicto vigente entre Cuba y Estados Unidos es de índole ideológico, a partir de la consolidación de la revolución cubana, pero también responde a unos intereses históricos que hasta hoy se mantienen. De ahí que el interés de Estados Unidos por dominar a la isla caribeña se remonta a principios del siglo XIX, por su valor económico e importancia geoestratégica.

En consecuencia, es un hecho que el conflicto entre Cuba y Estados Unidos no solo ha minado las acciones estadounidenses en la región, sino que también ha permitido el ingreso de Estados extrarregionales, lo que disminuye la capacidad de Washington para establecer las reglas de juego en su vecindario. Por ende, aunque difícil de realizar, la normalización de las relaciones sigue siendo fundamental para que Estados Unidos pueda recuperar el control regional y cerrar las fisuras creadas a lo largo de los años.

Así pues, desde Obama y ahora con la decisión de Biden, nuevamente se vislumbra que Estados Unidos y Cuba, buscarán una transición del conflicto hacia una posible alianza estratégica. De un lado, para salvaguardar los intereses nacionales de seguridad estadounidense y, por el otro, la supervivencia de la isla.

Publicada: 31 enero, 2021. Disponible en https://724noticias.com.co/2021/01/31/opinion-la-continuacion-del-deshielo-cubano/




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