El conflicto Rusia-Ucrania, un polvorín peligroso

 

Desde 2014, cuando Rusia se anexó la península de Crimea, las tensiones con Ucrania han ido aumentando con escaladas de tensión y bajadas a relativa calma. Crimea es el factor preponderante de disputa entre los dos países. Moscú ve a la ex república soviética como una amenaza a sus intereses nacionales, por su inclinación de siempre hacia occidente y, sobre todo, a partir de su independencia en 1991. Pese a que Ucrania se opuso a la construcción del puente de Kerch, que une a Rusia continental con Crimea, el gobierno ruso hizo caso omiso y lo terminó a principios de 2018.

Los incidentes han escalado a niveles graves, como el registrado en noviembre de ese año con el apresamiento de tres barcos ucranianos, precedido del fuego abierto en su contra, por  embarcaciones de guardacostas rusas en el estrecho de Kerch (canal de agua que conecta al mar negro con el mar de Azov). De ahí que el gobierno de Kiev ha calificado este tipo de acciones como una guerra híbrida de Rusia contra Ucrania, por las agresiones a sus pescadores, acompañadas de ataques militares y cibernéticos, respaldados en la presencia de buques de guerra y patrulleros marítimos. 

De hecho, las aguas circundantes a Crimea se han constituido en un foco de tensión permanente, debido al interés mutuo de ejercer control, en razón a que Rusia reclama el mar territorial (12 millas) que le genera la península desde su costa, mientras que Ucrania desconoce tal pretensión. En consecuencia, recíprocamente se acusan de violar la normatividad internacional sobre el Derecho del Mar, durante el paso de barcos de carga y buques de guerra, alegando cada uno la soberanía. Ya sea porque la Armada de Rusia detiene barcos de carga ucranianos o se realizan sobrevuelos con aviones de combate rusos sobre la zona. También, cuando Rusia le atribuye a Ucrania actitudes hostiles de sus buques de guerra y cuestiona el tránsito libre por el derecho de paso inocente, con acciones de provocación. 

En medio de todo está el conflicto con los rebeldes prorrusos que estalló en una guerra de independencia, a principios de 2014, tomando el control de las regiones ucranianas de  Donetsk y Lugansk, autoproclamadas Repúblicas Populares, donde actualmente residen aproximadamente 400 mil personas con ciudadanía rusa. Durante estos siete años de guerra, bajo el auspicio soterrado de Rusia a las facciones rebeldes en sus enfrentamientos con las fuerzas armadas de Ucrania, ya van más de 14 mil muertos en los combates librados, de los cuales más de 3 mil son civiles. 

Ante dicho escenario, no se ha hecho esperar la intervención de la Unión Europea (UE) y Estados Unidos, con sus aliados, en apoyo a Ucrania. Han aflorado las sanciones económicas contra Rusia por la invasión y anexión de Crimea, vigentes hasta hoy, pero en la práctica no han servido de instrumento útil para alcanzar resultados. Prueba de ello es que el gobierno de Vladímir Putin continúa actuando a sus anchas, lo que evidencia la falta de cohesión en un frente unido. Especialmente los 27 miembros de la UE, quienes no han explotado su superioridad económica y la dependencia rusa de la economía europea, al ser su principal socio comercial que le proporciona un superávit de 59 mil millones de euros, frente a la menor dependencia europea de los hidrocarburos rusos. 

Desde principios de este mes, la presencia militar rusa se ha incrementado sustancialmente en la frontera con Ucrania, justificada en una reacción a supuestas provocaciones ucranianas para intensificar el conflicto entre sus tropas y los separatistas rusos, situación que no se ha dado. La realidad es que Rusia “tiene ahora más tropas en la frontera con Ucrania que en cualquier otro momento desde 2014”, como lo afirmó la vocera de la Casa Blanca, Jean Psaky.

Por consiguiente, en adición a la acumulación desmedida de tropas rusas, el conflicto se intensifica y aumenta la tensión, tras la muerte con fuego de artillería de varios soldados ucranianos en Donetsk, lo que rompe el alto al fuego mantenido desde julio del año pasado con la guerrilla separatista. Además, por la escalada verbal proveniente principalmente del Kremlin, al punto de amenazar con destruir Ucrania e intervenir para defender a los ciudadanos rusos del Este ucraniano o región de Donbass. 

Ante estas alarmas, se suma el compromiso de Estados Unidos, la UE, Gran Bretaña, Turquía y la OTAN, de apoyar irrestrictamente a Ucrania en la defensa de su independencia, soberanía e integridad territorial, conllevando el envío de dos buques de guerra estadounidenses al mar Negro, así como asistencia económica, militar y cooperación en defensa a Ucrania. Igualmente, Estados unidos expulsó a diez diplomáticos rusos el jueves pasado e impuso sanciones a Rusia por interferir en sus elecciones presidenciales, la penetración gubernamental con ciberataques, la ocupación de Crimea y las recompensas por militares estadounidenses en Afganistán. Respecto a la expulsión de sus diplomáticos, Rusia acaba de anunciar una represalia similar.

Así las cosas, la región de la frontera entre Rusia y Ucrania, es una de las zonas más inestables del mundo, por lo que los movimientos rusos favorecen el aumento de su visibilidad y pueden constituir una demostración de fuerza, para medir la capacidad de respuesta estadounidense y europea. Sin embargo, se está convirtiendo en un polvorín donde una alternativa de seguridad es la adhesión de Ucrania a la UE y la alianza militar con la OTAN. Mientras tanto, lo mejor es que la crisis se resuelva diplomáticamente, conforme a las leyes internacionales.

Publicada: 18 abril, 2021. Disponible en https://724noticias.com.co/2021/04/18/el-conflicto-rusia-ucrania-un-polvorin-peligroso/

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