Sin los Castro, continuará el castrismo en Cuba

 

A partir del pasado 16 de abril, Raúl Castro dejó la jefatura del partido Comunista de Cuba (PCC), la cual venía ejerciendo desde 2018 cuando entregó la presidencia a Miguel Díaz-Canel. Termina así, la era de los Castro que mantuvo las riendas del régimen dictatorial y autoritario instaurado en la isla, desde el primero de enero de 1959, luego de la salida de Fulgencio Batista tras el triunfo de la Revolución Cubana, liderada por Fidel Castro junto con el Ché Guevara, Camilo Cienfuegos, Raúl Castro y Juan Almeida. 

Cabe recordar que una vez enfermó Fidel Castro, el 31 de julio de 2006 delegó provisionalmente sus funciones en el Segundo Secretario del Comité Central del PCC y Primer Vicepresidente del Consejo de Estado y del Gobierno, siguiendo la vía de sucesión constitucional. Es decir, entregó el poder interinamente a su hermano Raúl y oficialmente la titularidad en 2008. De esta forma, los hermanos Castro se cuidaron de no delimitar una línea de sucesión diferente a ellos, al mismo tiempo que prevaleció la voluntad de Fidel para conservar la unidad monolítica de la élite, mientras el soporte del sistema político cubano ha permanecido en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba. 

Durante los doce años de su gobierno, Raúl Castro, introdujo cambios a los que Fidel Castro fue renuente en casi medio siglo al mando de Cuba. Sin duda, un paso trascendental fue el proceso de normalización de las relaciones con Estados Unidos, iniciado a instancias del presidente Obama, finalizando su segundo periodo. Un acercamiento propiciado por la apertura adelantada al interior de la isla, mediante reformas que permitieron el levantamiento segregacionista de algunas restricciones a sus ciudadanos. En efecto, desde 2008, los cubanos pueden alojarse o utilizar los servicios en los hoteles, hasta entonces reservados a los turistas, comprar o vender viviendas y automotores, tienen acceso a la telefonía móvil y autorización para viajar al exterior y permanecer fuera hasta dos años, sin perder su residencia en la isla o sus bienes. 

Del mismo modo, reformas que posibilitaron el acceso a internet y las redes sociales, aunque el servicio es muy precario y costoso; medidas económicas para favorecer la iniciativa privada denominada cuentapropismo o sector no estatal; y límites a los mandatos de los dirigentes de mayor nivel político, entre otras. No obstante, con la llegada de Donald Trump, el proceso se congeló a raíz del incidente de los ataques sónicos que conllevaron al cierre de la embajada en la Habana, la imposición de nuevas sanciones y la inclusión de la Isla, al comienzo de este año, en la lista del Departamento de Estado como uno de los cuatro países patrocinadores del terrorismo internacional, al lado de Corea del Norte, Irán, y Siria.

El post castrismo seguramente estará marcado por el continuismo de la revolución cubana, debido a que para el actual presidente, Miguel Díaz-Canel, ese es “el mandato dado por el pueblo”. De hecho, si bien acepta la necesidad de actualizar el modelo económico y social, se resiste a cambios que impliquen una restauración capitalista propia de la libre iniciativa privada y, aún menos, espacio a la pluralidad política. Por tanto, el panorama no es halagüeño; máxime si al finalizar el VII Congreso del PCC, Díaz-Canel fue nombrado como Primer Secretario del Partido en reemplazo de Raúl Castro. Nada raro, toda vez que esa ha sido la línea seguida por los Castro, caracterizada por la acumulación de poder en cabeza del Presidente del Consejo de Estado y del Gobierno cubano, con el fin de gobernar a sus anchas. 

Aunado a lo expuesto están las palabras de Raúl en su despedida, al decir que "mientras viva estaré listo con el pie en el estribo para defender a la Patria, la Revolución y el socialismo". Esta aseveración refleja su firme disposición a seguir moviendo los hilos del poder e influir en el destino de la isla caribeña, desde el ocaso de su retiro, acercándose a los 90 años que cumplirá en junio. Reafirma lo anterior, el hecho que Díaz-Canel en sus recientes declaraciones ha manifestado que continuará consultando con Raúl Castro “las decisiones estratégicas del futuro de la nación”, lo que demuestra su prevención a evitar reformas que conduzcan a “errores estratégicos y a la destrucción del socialismo” según ha sostenido. 

Ello se explica porque en regímenes cerrados, totalitarios, las reformas para liberalizar el sistema político y la reestructuración económica requieren un estricto control, dado que el dilema reside en contener el proceso de cambio que surge del proceso económico e invade a la parte política. Además, porque las reformas económicas son subversivas en el sistema político y por ello son peligrosas para su estabilidad, pudiendo acarrear la implosión del sistema, como ocurrió en la Unión soviética con el glásnost y la perestroika que terminaron en su disolución. 

Al contrario, China con Deng Xiaoping, a partir de 1978 y Vietnam desde 1986, son un ejemplo de economía de libre mercado con orientación socialista, cuidando siempre de controlarla a través del partido comunista. En otras palabras, el partido comunista no arbitra, sino que dirige y controla, en tanto la administración se le deja al gobierno, quien reserva para el Estado los sectores más estratégicos, a la vez que regula sus empresas estatales, mixtas, privadas y de inversión extranjera. 

Los chinos y Vietnam han podido, pero para Cuba y con Estados Unidos como antagonista es muy difícil que lo logre. Esto lo sabía Fidel Castro y lo saben tanto Raúl como Díaz-Canel, por lo que evidentemente mantendrá el sistema de gobierno imperante, implementando reformas económicas graduales muy propias del sistema cubano y manteniendo el control a través del PCC. En consecuencia, así ya no esté un Castro en el poder, no significa que el castrismo haya desaparecido o vaya a desaparecer cuando muera Raúl. Por consiguiente, la dictadura se continuará perpetuando en perjuicio del pueblo cubano, sus libertades y la democracia. 

Publicada: 25 abril, 2021. Disponible en https://724noticias.com.co/2021/04/25/sin-los-castro-continuara-el-castrismo-en-cuba/

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