Sudán: el quinto golpe de Estado en África durante 2021

 

Con el derrocamiento militar del primer ministro de Sudán, Abdalla Hamdok, quien se encuentra bajo arresto domiciliario desde el pasado 25 de octubre, prácticamente se da alcance  al complot golpista orquestado por una facción militar que resultó fallido hace más de un mes. Así mismo, termina el gobierno de transición conformado por militares y civiles, después que Omar al Bashir fue destituido tras casi tres décadas en el poder, en abril de 2019, de la misma forma que comenzó en 1989: con un golpe militar. 

Cabe recordar que este país llegó a ser el más grande de África hasta 2011, cuando Sudán del Sur se separó mediante un referéndum de secesión acordado, como parte del acuerdo de paz que en 2005 puso fin a la segunda guerra civil sudanesa, iniciada en 1983, entre el norte y el sur. Por otra parte, Sudán ha sido albergue y refugio de varios grupos terroristas, incluidos Al-Qaeda, la Yihad Islámica Egipcia y Hamás. De ahí que en 1993 fue añadido por Estados Unidos a la lista de países patrocinadores del terrorismo internacional, en la que permaneció hasta 2020 cuando fue retirado, luego de acceder  a pagar una indemnización de 335 millones de dólares a las familias de las víctimas en los atentados de 1998, contra la embajada de Estados Unidos en Jartum, su capital. 

Lo ocurrido en Sudán no es más que otra manifestación semejante a la de un iceberg, cuya estructura sumergida esconde situaciones de características similares, las cuales afloran paulatinamente en detrimento de la precaria democracia africana. En efecto, desde finales de la década de los años 50, África ha sufrido más de 200 golpes de Estado y cerca del 50% han terminado exitosamente, al lograr el derrocamiento del gobernante de turno. Esto significa que ningún otro continente ha tenido tantos levantamientos, en su mayoría militares, lo que le ha granjeado el apelativo del “continente de los golpes de Estado”.

Pese a que entre 1960 y 1990 el promedio anual se mantuvo en cuatro golpes, con un  estándar de éxito por encima del 60%, el continente africano había entrado en una relativa estabilidad durante el presente siglo. Es así que la media se había mantenido en dos golpes de Estado por año y menos de un tercio obtuvo resultados exitosos.

Sin embargo, esa tendencia ha variado significativamente en lo corrido de este año, toda vez que se han dado otros cuatro golpes militares (Níger, Chad, Malí y Guinea-Conakry), fracasando únicamente el alzamiento en Níger y llegando a once en la última década. La raíz del problema no se encuentra en los golpes militares por sí solos, sino en la falta de legitimidad de los gobernantes en el ejercicio de sus cargos, comenzando por aquellos que modifican la constitución en sus países con el objetivo de continuar en el poder, lo cual configura una variante civil del golpe de Estado. 

A lo anterior se suma la ineficacia de los gobiernos, la debilidad de las instituciones, la corrupción, la pobreza y el colapso económico. También, el avance del yihadismo, el descontento social agravado por el impacto económico de la pandemia, así como una mayor brecha generacional entre la población y sus líderes. De hecho, los jóvenes son la población predominante y con la era digital a su disposición, a través de las redes sociales se movilizan y exacerban las demandas e insatisfacciones para reclamar sus derechos. Todo esto ha generado la inestabilidad política, económica y social actual, aunada al deterioro de la democracia durante la última década, lo que se convierte en un caldo de cultivo para los golpes de Estado en el continente africano.

Sin lugar a duda, independientemente que sea un golpe civil o militar, tanto el uno como el otro siempre constituyen un golpe de Estado. Por tanto, a dicho fenómeno contribuye la excesiva tolerancia de la Unión Africana y otros organismos regionales e internacionales. Del mismo modo, la blandura de la comunidad internacional que a más de no actuar contundentemente frente a este de tipo de acciones, denota un descuido en la priorización por parte de los principales actores democráticos del mundo, con Estados Unidos y Europa a la cabeza, para brindar apoyo al desarrollo democrático en África.

En este orden de ideas, es evidente que los golpes de Estado por levantamientos militares, han regresado después de una década de relativa estabilidad. El problema del golpe de Estado en Sudán, y los restantes que se han suscitado este año, radica en que además de ser la principal fuente generadora de inestabilidad, sienta un mal precedente y se torna en preocupación para aquellos países africanos que abrigan la esperanza de una democratización en la región. 

Por consiguiente, mientras no haya una presión internacional que se anteponga a que los golpes de Estado prosperen indefinidamente, seguramente servirán de estímulo para que otros militares hagan lo propio con sus gobiernos. De ser así, para desgracia de los africanos, los golpes de Estado continuarán siendo el común denominador y harán cada vez más distante la anhelada democratización.

Publicada: 31 octubre, 2021. Disponible en https://724noticias.com.co/2021/10/31/sudan-el-quinto-golpe-de-estado-en-africa-durante-2021/

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