De la compleja geopolítica venezolana al mayor colapso económico

 


Venezuela tiene una compleja situación geopolítica, dada su destacada posición geográfica que la interrelaciona directamente con los principales centros de poder hemisférico y mundial, a través de las principales arterias de circulación, con comunicaciones aéreas y marítimas. A lo anterior se suman las grandes potencialidades naturales de su territorio, en lo amazónico y andino, con una amplia fachada marítima articulada en dos frentes: el frente caribeño y el frente Atlántico. 

El frente caribeño venezolano constituye el "centro de gravedad"  de la vitalidad económica de la nación. Está orientado hacia el mar Caribe, un mar semicerrado por siete estrechos o canales para la navegación marítima bajo la soberanía de otros Estados, con una secuencia de islas, archipiélagos y el canal de Panamá, que entraña para Venezuela una peligrosa condición geopolítica de servidumbre geográfica. 

Desde la época de Simón Bolívar, Venezuela se lanzó completamente hacia el Caribe en búsqueda de un espacio político y económico entre los países angloparlantes de las cercanías, Haití y las Antillas holandesas. Esto demuestra que su interés, por relacionarse con los Estados caribeños, siempre ha sido de suma importancia. De hecho, Venezuela es un país caribeño, con su capital caribeña y su proyección también caribeña, con embajadas en todas las islas, así como centros de enseñanza. En otras palabras, es una relación construida desde antes de Chávez. 

En cuanto al frente Atlántico venezolano, es la única salida natural de Venezuela relativamente libre de interferencias políticas y geográficas al océano Atlántico. Este frente, representa la desembocadura en forma deltaica del principal eje fluvial venezolano, siendo a su vez, un rico reservorio de potencialidades edáficas, forestales, pesqueras mineras y energéticas.

Además, se articula con la superficie de la cuenca del Orinoco que representa las dos terceras partes del territorio venezolano y por su red hidrográfica drenan natural e históricamente, a través del río Orinoco, sus principales afluentes navegables con variable intensidad. Igualmente, el flujo geoeconómico, determinado por la potencialidad para la exploración y explotación  de inmensos yacimientos de minerales en el arco minero de Guayana, donde se destacan el oro, diamante, coltán, cuarzo, hierro, bauxita, carbón, manganeso, yeso, níquel, zinc y plomo. 

Del mismo modo, hay que adicionarle sus productos manufacturados de las empresas básicas y estratégicas, con  una  inequívoca  factibilidad  futura  de reactivación productiva, a través de la movilización económica de las potencialidades agropecuarias y forestales de los Andes y los Llanos. También, de las inmensas reservas probadas de crudos existentes en la faja petrolífera del Orinoco, al norte y sur del río Arauca.

Lo anterior cobra relevancia dentro de este contexto geopolítico, al visualizar la interconexión fluvial sudamericana, una suerte de gran hilo geográfico de comunicación fluvial, que va desde la cuenca del río de la Plata hasta el delta del río Orinoco, sobre el Atlántico. En dicho sentido, su factibilidad física y viabilidad económica ya ha sido evaluada para su posible utilización en los próximos decenios, cuya finalidad es la de asegurar la salida marítima de la cuenca del Orinoco, sin interferencias geográficas y políticas, hacia el océano Atlántico. 

No obstante esa visión geopolítica impuesta por los gobiernos venezolanos que precedieron a Hugo Chávez, pasó a un segundo plano a partir de 1999, debido a que cambiaron las dinámicas frente al mar Caribe y el océano Atlántico. En efecto, Chávez decidió retomar la visión geopolítica de la “Patria Grande” de Bolívar, agregándole una carga ideológica anti sistémica con una orientación de carácter geoestratégico. 

La “Patria Grande”, en la visión del Libertador buscaba incluir las demás colonias hispanas circundantes para crear un conjunto territorial más amplio, con el fin de establecer una estrategia de defensa frente a cualquier amenaza contra alguna nación emancipada del poderío español. Siguiendo esta línea de pensamiento, Chávez formó una alianza junto a Cuba para encabezar un bloque radical para divulgar, en palabras de Demetrio Boersner, “un modelo sociopolítico basado en la colectivización de los medios de producción y una actitud negativa ante Estados Unidos, la democracia representativa y la economía liberal”.

Para dicho fin, desarrolló una estrategia de integración que no se limitó solo al Caribe, con iniciativas como la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba) y el programa Petrocaribe para suministrar petróleo venezolano a precios preferenciales. Sus destinatarios, los pequeños países del mar Caribe y de Centroamérica, todos comprometidos con la estrategia “anti-imperial” y “pro-socialista”, con lo que se pretendía demostrar que el proyecto político de la revolución bolivariana era atractivo para otros Estados. Gracias a esa estrategia asistencialista propia del socialismo del siglo XXI, Venezuela logró asegurar el apoyo de numerosos Estados en los diferentes organismos internacionales de la región con el propósito de transformar el orden internacional “unipolar” en “multipolar”.

La causa chavista no se limitó solo a América, sino que también buscó proyectarse a nivel global. Por ello, y por sus intereses en cuanto a los precios del petróleo, intentó ejercer influencia sobre la Opep y sus países miembros, logrando afianzar una alianza con Irán. De ahí que la importancia geopolítica de Venezuela se ha sustentado en la riqueza de su petróleo, convirtiéndola en una pieza clave del entramado de las relaciones internacionales. Por consiguiente, su influencia se redobla en la medida que los precios del crudo suben, pero también se debilita en tiempos de crisis cuando estos caen, dada la dependencia estructural de este bien fluctuante. 

Es evidente que Venezuela cayó en lo segundo, toda vez que ante el estrepitoso desplome de los precios del petróleo en los periodos 2014-2016 y 2018-2020, con una reducción de más del 50%, la debacle económica tocó fondo. Es así que en 2020 pasó a ser el país con mayor colapso económico, mayor hiperinflación y mayor tasa de desempleo del mundo, con un dramático aumento de la pobreza en 2021. Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), "la pobreza extrema se situó en 76,6%, mientras que el  94,5% de la población venezolana es pobre". 

Por tanto, sumado a su crisis político-institucional y social, unido a la diáspora masiva de emigrantes venezolanos, la otrora influencia internacional que logró proyectar como una potencia secundaria en ascenso (2004-2013), es solo parte del pasado. En este contexto geopolítico, Venezuela supone un grave riesgo para la estabilidad regional, en tanto constituye un bastión para el crimen organizado y el narcotráfico, al mismo tiempo que ejerce una mala influencia para sus vecinos, principalmente Colombia.

Publicada: 13 febrero, 2022. Disponible en https://724noticias.com.co/2022/02/13/de-la-compleja-geopolitica-venezolana-al-mayor-colapso-economico/


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Liderazgo político: líder, caudillo o estadista

Bicentenario naval: un legado de valor, sacrificio y soberanía

Diplomacia de defensa en Colombia: un enfoque integral para la seguridad nacional