La dramática crisis política y económica de Sri Lanka

 

Desde 2010 la deuda externa de Sri Lanka, isla asiática que posee un vínculo naval estratégico entre el Asia occidental y el sudeste asiático, se fue incrementando sustancialmente hasta alcanzar el 42.9% del PIB en 2019. Esta elevada tendencia se agudizó como producto de las catástrofes naturales sufridas; los atentados yihadistas en serie, realizados a iglesias y hoteles, que mataron a más de dos centenares de personas en la Semana Santa de ese año;  el posterior inicio de la recesión mundial ocasionada por la pandemia del coronavirus en 2020; y la reducción de impuestos, al punto que en 2021 la deuda creció al 101% de su PIB. 

Por consiguiente, el presidente de la república y jefe de Estado Gotabaya Rajapaksa, quien asumió en 2019, se vio obligado a declarar oficialmente la peor crisis económica del país, desde su independencia de Gran Bretaña en 1948. En consecuencia, en lo que va corrido de 2022, se ha producido la escasez y racionamiento de productos básicos de consumo y combustibles, cortes de electricidad, el aumento de precios a nivel general, con una inflación anual por encima del 47% donde la de alimentos está muy cerca al 60% y la rupia, su moneda nacional, se ha devaluado el 80% frente al dólar. Todo ello ha originado, desde marzo, múltiples protestas contra el gobierno ceilandés. 

En medio de las protestas masivas provocadas por la situación reinante, es un hecho que la economía se encuentra colapsada, dado que con el correr de las últimas semanas tocó fondo y la isla se encuentra gravemente afectada. En efecto, pese a que su agricultura había tenido un buen desarrollo y la carencia de alimentos no se había manifestado como hasta ahora, hoy los ceilandeses pasan hambre. Casi nueve de cada diez familias no tienen acceso a las tres comidas diarias o se restringen para adquirirlas, en tanto que tres millones reciben asistencia alimentaria de emergencia, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas.

Si bien sobre el contexto internacional turbulento recae buena parte de las penurias que azotan al mundo, la mayor responsabilidad está en las reiteradas malas decisiones populistas del presidente Rajapaksa, entre ellas, su política de la “Visión de la prosperidad". Bajo el sofisma del bienestar y la sustentabilidad, se propuso el ambicioso objetivo de convertir la nación en el primer país del mundo libre de fertilizantes sintéticos y pesticidas. Es decir, la agricultura ecológica, para lo cual prohibió la importación y el uso de fertilizantes inorgánicos y agroquímicos, con el propósito de “garantizar el derecho del pueblo a una dieta no tóxica”, lo que a la postre se convirtió en una amenaza de hambruna para la población, por la dramática disminución de las cosechas agrícolas.

Lo perverso de la medida es que se pretendía fortalecer las exiguas reservas monetarias, para ahorrarse entre 300 y 400 millones de dólares en divisas gastadas anualmente por la importación de fertilizantes. Es así que los 22 millones de habitantes, en una extensión de 65.610 km2 que comprende el territorio de Sri Lanka, han tenido que destinar su tiempo libre y el adicional que les proporcionan en sus trabajos para cultivar los alimentos esenciales. Del mismo modo, acudir a los vecinos India y China en busca de ayuda, mientras que la red médica y sanitaria recurre a toda clase de medios, incluyendo las redes sociales, para abastecerse de medicinas básicas y proveerse de los equipos indispensables para las atenciones médicas prioritarias o críticas. 

Así pues, años de mala gestión gubernamental, desgreño administrativo, una deuda externa que asciende a los 58 mil millones de dólares y la corrupción, aspectos agravados por los atentados yihadistas que prácticamente acabaron con el turismo, la pandemia de la Covid-19 y las erróneas decisiones populistas, constituyen los factores internos determinantes de la crisis política y económica en que se encuentra sumida la República Socialista de Sri Lanka. Un estado unitario de régimen democrático, cuyo gobierno es semipresidencialista en la medida que combina el sistema presidencial y parlamentario, toda vez que el presidente le rinde cuentas al parlamento, constituido unicameralmente por 225 diputados. También, con un primer ministro que comparte responsabilidades ejecutivas, principalmente de carácter doméstico.

Las continuas manifestaciones violentas condujeron a la irrupción de miles de manifestantes enardecidos en la casa del primer ministro, Ranil Wickramasinghe, a la que le prendieron fuego el sábado 9 de julio. Luego, este mismo día, se dio la invasión al palacio presidencial pidiendo la dimisión del presidente Rajapaksa, quien acosado por la peligrosa situación y la fuerte presión social se vio impelido a huir del país insular el martes 12 de julio, a bordo de un avión de la Fuerza Aérea rumbo a Malé, capital del Archipiélago Maldivas, en el océano Índico. Hoy se encuentra en Singapur, eso sí, sin renunciar para gozar de la inmunidad presidencial. 

Tras la vacancia del primer mandatario, en cumplimiento a la Constitución, fue nombrado como presidente interino el primer ministro Wickramasinghe. En su primer acto de gobierno,  decretó el toque de queda en la provincia occidental donde está Colombo, la ciudad más poblada de Sri Lanka, y declaró el estado de emergencia en todo el territorio nacional, a la espera de las elecciones convocadas para el próximo 20 de julio.

Entre la crisis y las tensiones internas, el desafío del nuevo gobernante es enorme. No solo debe conformar un gobierno de unidad, libre de corrupción, sino lo más importante, salir de la bancarrota en que se encuentra el país. Esto es, propender por la recuperación de las reservas de moneda extranjera y, por ende, terminar con el desabastecimiento, posibilitando la importación de bienes básicos entre los que destacan combustibles, alimentos y medicinas. Al mismo tiempo, reactivar la economía colapsada con el fin de reanudar los pagos de  la deuda externa que se encuentran congelados desde abril y poder acceder a nuevos empréstitos de la banca internacional. 

Además, gestionar el apoyo de  gobiernos como el de Estados Unidos, Japón y Australia que ya han proporcionado millonarios aportes en dólares. No obstante, el panorama es sombrío, dado que la capacidad de Sri Lanka para salir de la crisis económica es muy reducida, comenzando porque la balanza comercial es deficitaria, ya que las importaciones anuales son de 3 mil millones más en productos de lo que exporta. Así que dirigir un país, sin recursos monetarios y financieros ni el acceso a monedas extranjeras como el dólar y el euro, no es solamente una lección para los gobiernos populistas, sino un verdadero problema. 

Publicada: 17 de julio, 2022. https://724noticias.com.co/2022/07/17/opinion-la-dramatica-crisis-politica-y-economica-de-sri-lanka/

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